¿Buscas
una buena historia?
¡Qué
mejor que la de un régimen totalitario que mantiene cautiva a su sociedad
mediante el miedo a la represión y la enfermedad!
Si
te interesa, esta es tu oportunidad de darte el tiempo para disfrutar de Guilty
Crown.
Dibujada por Shion Mizuki y con el guión de Yōsuke Miyagi; Guilty Crown se centra en un
futuro apocalíptico situado en el año 2039, diez años después de que Japón
fuese víctima de una Epidemia causada por el virus “Apocalipsis”, una clase de cáncer que cristaliza a los infectados
hasta que se quiebran.
Lost Christmas es conocida como la Navidad en que el caos invadió a la
nación nipona y fue salvada por la organización internacional GHQ (Cuartel General), quien es capaz de
solucionar el problema salubre a un precio aparentemente bajo. La ley marcial
se impone y el país oriental pierde su autonomía.
El
tiempo ha pasado y Shu Ouma tiene 17
años, es un estudiante de Preparatoria que, por casualidad, se encuentra con Inori
–cantante del famoso grupo Egoist- quién por razones que el chico desconoce se
encuentra herida, insistiendo en ir con
Gai y escondida en un edificio en ruinas cuando un grupo de Anticuerpos- Fuerzas especiales de
control GHQ- se presenta al lugar para detenerla con lujo de violencia.
Shu,
por su carácter pasivo, se amedrenta ante las armas de fuego de las autoridades
y no es capaz sino de ver como la muchacha es arrastrada dejando atrás a un
pequeño robot que ahora, impulsado por la culpa, tiene que entregar a Gai, quien sea que fuese el sujeto.
Es
así como da inicio la aventura de este joven de 17 años de edad, quién sin
intención de meterse en ningún tipo de problemas se ve envuelto en una serie de
acontecimientos que llevarán a la sublevación de la parte más pobre de la
sociedad japonesa. No sin sus correspondientes consecuencias.
¿Podrá Shu armarse de un valor que carece para
afrontar los retos que se aproximan?
Opinión personal.
Durante
las vacaciones de verano me di a la tarea de ver esta serie de anime japonés. Ya
había salido al aire hacía bastante tiempo pero, a pesar de llamarme la atención,
jamás me había dado a la tarea de hacerlo.
Grata
fue la sorpresa al encontrarme con un contexto formado por conflictos políticos,
centrados en la represión militar y el miedo de la sociedad a reclamar por el
peligro de que el virus Apocalipsis
vuelva. Todo parece enmarcar un ambiente perfecto para la construcción de una
dictadura cuando el grupo “Undertaker”,
organización liderada por Gai, aparece con el fin hacer la revolución en contra
del autoritarismo.
Shu, estudiante común, corriente y cobarde, se ve inmiscuido en
el conflicto por razones inesperadas para el protagonista –habría que decir que
el espectador esperaba una situación así-; predecible, como toda buena
historia, el chico se ve en la disyuntiva de unirse al grupo revolucionario y
convertirse en el héroe de la guerra. Lo que el público no se espera es la
respuesta de éste y ese detalle es, tal vez, su rasgo más característico.
Y por si fuera poco, el soundtrack es de lo mejor.