¿Se cree siempre lo que se ve?

¿Alguna vez han calculado mal una distancia, o les ha parecido que la Luna corría por el cielo, o han visto salir volando una hoja (que en realidad era un bicho)? En el mundo de la visión, no siempre lo que se ve es lo que es porque, cuando los datos permiten ver se combinan de cierta manera, resultan engañosos.

El mundo que conocemos consta de infinitas combinaciones de formas: desde las líneas rectas que se trazan con la regla hasta la forma de cada objeto que se complica aún más por las variaciones de color y los matices de luz y sombra.

Pero el cerebro lo discierno todo y pone orden en ese caos, de modo que lo asombroso no es que en ocasiones el ojo se deje engañar, sino que casi siempre vea las cosas que existen en realidad.

De hecho, todo lo que vemos es una ilusión óptica, porque la visión no es sino una reconstrucción que la mente hace de la realidad. Según parece, el cerebro, programado para esperar ciertas cosas de la realidad, compara todo lo que ve con ese conocimiento innato y luego saca sus conclusiones.

Además, continuamente van adquiriéndose otros conocimientos que, junto con el innato, el cerebro utiliza para analizar lo que percibe y logra una paulatina comprensión de la realidad.

Pero ¿qué sucede cuando el cerebro saca conclusiones falsas? ¿Cometió algún error? No forzosamente. En la mayoría de los casos, el cerebro procesó bien los datos visuales, pero éstos eran equívocos.

Muchas ilusiones ópticas dependen de cómo se miren las cosas, como en el siguiente video:

En otras ocasiones en una misma imagen se encuentran dos o más, pero por su ambigüedad no se distinguen al mismo tiempo, entonces se necesita enfocar a cada una para encontrarlas, cada quien ve lo que quiere ver.